El problema no es del CIDE, sino de todos los Centros Conacyt y de toda la nación

La carta en apoyo a Conacyt firmada por los directores de los Centros Públicos de Investigación es una manifestación de cómo se busca ideologizar al sector y un atentado contra su autonomía, dice el Premio Nacional de Ciencia

Hace algunos días, los directores de los 26 Centros Públicos de Investigación (CPI) firmaron un documento titulado “Llamado a la cordialidad por el bien del CIDE”, el cual se unió al “llamado” de Conacyt para “privilegiar” el diálogo en torno al cisma y conflicto entre el Centro de Investigación y Docencia Económicas y su nueva e impopular dirección.

“Habiéndose demostrado que el proceso de designación del Director General del CIDE se apegó a la normativa, estamos convencidos…”, refiere el documento firmado por el Consejo Consultivo de los CPI (Centros Conacyt). Algunos investigadores de dichos institutos han externado una opinión contraria a la representada por su institución, como Martín Aluja, científico y ex director del Instituto de Ecología (Inecol), quien incluso refiere que habría preferido renunciar al cargo como director antes de sucumbir a la coerción de firmar un documento como éste.

“Como director del Inecol, trabajé con tres directores distintos de Conacyt en sexenios pasados y jamás me pidieron que firmara un documento en bloque, lo cual no hubiera aceptado”, refiere en entrevista Martín Ramón Aluja Schuneman Hofer, ingeniero agrónomo que fue repatriado en los noventa, que en 2013 fue reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes y quien enfatiza que lo expuesto en Crónica es a título personal.

“La preocupación es: ¿qué va a pasar con el futuro de las instituciones académicas?, ¿con los Centros Conacyt?”. Los antecedentes de la consternación se remontan al inicio del sexenio y mantienen su resonancia sísmica hasta la actualidad, como lo ha referido el historiador Jean Meyer y del que hace resonancia Martín Aluja. “El problema no es del CIDE, es de todo el país, es un problema nacional que atañe a todos los Centros Públicos de Investigación. Ahora sufre el CIDE, pero ya ocurrió en el CICY (Centro de Investigación Científica de Yucatán) cuando se pidió su renuncia a su directora, Beatriz Xoconostle, que pasó un poco desapercibida, pero significó un atentado gravísimo contra la autonomía de la institución y contra la integridad de la investigadora”.

Estas acciones, como la firma de la carta de los directores de los CPI, apunta el investigador, son un reflejo del intento de ideologizar el manejo de estos centros de investigación, “lo cual atenta contra la naturaleza misma del quehacer científico, puesto que somos entrenados durante muchos años para desarrollar una mente crítica e inquisitoria y evitar que no se nos impongan dogmas, menos del tipo político. Nos preparamos para generar conocimiento de alto nivel, a la vez que mantenemos una mente abierta y crítica. Por ello, la firma de los directores de los Centros Conacyt en bloque es equivocada”.

“ENDEREZAR” CIENTÍFICOS.

El científico recuerda que en todo el país existen Centros Conacyt, por lo que una opinión hegemónica impuesta en esa diversidad geográfica y cultural es aberrante. Adicionalmente, al igual que en el CIDE, hay quienes tienen opiniones diferentes, por lo que “tratar de ideologizar a los centros y sus directores con una agenda política para ‘enderezarnos’ es completamente un atentado a la naturaleza de los CPI y del trabajo científico. Porque somos personas rebeldes, que cuestionan, dudan y somos cuestionados constantemente por otros pares en todo el mundo”.

Esta instrucción sobre pensamiento crítico no es ajena a la directora de Conacyt, Elena Álvarez-Buylla, señala, con quien tiene una buena relación y de respeto, enfatiza, pero con quien no comparte su visión desde su posición como funcionaria pública.

“Elena lo sabe bien porque es una científica que se preparó en EU, en un lugar donde existe un pensamiento liberal; así como desde la UNAM, un bastión del pensamiento crítico. Lamento también que ella esté pasando por esta crisis, porque eso es, Elena en el fondo no se debe sentir feliz por lo que está pasando, porque no refleja lo que es y para lo que fue formada; pretender que, con la firma de la carta de los 26 directores de los Centros Conacyt –que avala un proceso poco aseado¬– se representa la opinión de todos los investigadores, es un error grave, la sociedad no debe de llevarse esa impresión. En los centros tenemos personas con muy diversas y respetables opiniones, pero, al menos, Martín Aluja no es representado por esa carta y qué bueno que tenga la oportunidad de expresarlo públicamente”.

–¿La firma de la carta en bloque “obedece” a que los Centros Conacyt se consideran por el Estado oficinas de gobierno más que como centros de investigación?

–Fui repatriado desde Suiza por Conacyt en la década de los noventa; firmé un contrato para desarrollar investigación científica, formar recursos humanos y buscar financiamiento para hacer investigación. Es preocupante que, de repente, quieran cambiar las reglas de juego, porque debe haber un respeto laboral hacia los investigadores, porque nosotros firmamos un contrato respecto a la labor que realizaríamos; si las condiciones laborales impuestas en la actualidad hubieran sido así en los noventa no habría regresado, porque lo piensan que nuestro trabajo es una actividad burócrata más. La sociedad mexicana debe entender que los científicos tenemos un papel específico que jugar, como generar conocimiento para atender problemas y que tarde o temprano tendrá un impacto social.

El otro mensaje que Martín Aluja busca insertar en el pensamiento de la sociedad mexicana es que la situación del CIDE es lamentable, pero para nada aislada. “Refleja la falta de respeto del Estado a las instituciones y a las que son independientes, como el INE. Parece que el Estado busca reglamentar todo, meterlo en el mismo saco, ideologizarlo y obligarnos a que todos pensemos de manera única”.

Martín Aluja se ha manifestado reiteradamente de manera pública contra los ataques a la comunidad, que no han sido pocos, a través de cartas, manifestaciones en la calle e incluso en un mitin del Presidente a inicios del sexenio; pero también a las afueras de Palacio Nacional y en marchas como las que encabezó el CIDE cuando se vislumbraba la extinción de los fideicomisos. Su naturaleza como científico y su herencia familiar impiden que su reacción ante la injusticia sea de otra manera, por ello, enfatiza, no puede más que seguir levantando la voz a través de los canales posibles para conciliar la búsqueda del diálogo y la razón.

“Espero que haya una reflexión en Conacyt y el Presidente, que terminen los ataques tan perversos contra CIDE y el discurso contra los científicos, que se den cuenta de que cometen un error. En el caso del CIDE, los estudiantes pusieron un alto; las autoridades se toparon con pared y deben de pensar si vale la pena seguir escalando esta agresión o mejor reconocer su equivocación. El mismo José Romero debe reflexionar sobre su error y admitir que se equivocó y salir adelante con una actitud más propositiva para el país”.

Miedo entre los científicos

Ante hechos como la acusación de 31 ex funcionarios y directivos de Conacyt y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, así como las destituciones en Centros Conacyt y la imposición en otras instituciones –o su desaparición, como el IMTA y el INECC–, es innegable el temor y miedo que deambula en el sector.

“Me preocupa muchísimo sentir que, por primera vez, desde que fui repatriado en los noventa, cuando gobernaba el PRI –que sabemos cómo se las gastaban–, hay temor de opinar. Antes nunca tuve miedo, pero ahora lo percibimos todos. Hablo con colegas en otros estados y muchos ya no me quieren dar su opinión por miedo a represalias o perder su trabajo; directores de centros, amigos míos, son extremadamente cuidadosos en la forma de responder y evitan temas complicados.

“Percibo que están atemorizados, por eso, quiero reconocer mi gran respeto a ex directores de Conacyt porque, en los siete años que fui director del Inecol, nunca fui intimidado u obligado a dar una opinión. Ahora, la sensación de la comunidad es de miedo y eso no es sano”.

Fuente

La Crónica

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